Photoshop, ¿para qué?

Cuando hablamos de fotografía digital, generalmente establecemos una asociación inmediata con el software Adobe® Photoshop® y esto, para muchos, resulta amenazador.


Hay que admitirlo, no todo mundo se siente tan a gusto con las computadoras. Pero, ¿qué hacer entonces? Las soluciones son muchas y muy variadas. Empezaremos por lo que mucha gente hace: nada. Toma un demonial de fotografías, se las muestra a sus familiares y amigos en la pantallita de la cámara y, cuando se llena la tarjeta, las borra y sigue adelante con su vida. Para estas personas, la fotografía es un acto efímero. Está bien. También se vale.


Otro grupo de personas ya sabe sacar la tarjeta de memoria de la cámara y la lleva al servicio de impresión de la tienda de autoservicio o al negocio de fotografía de su localidad. Ahí les imprimen las fotos y, si acaso, en temporada, les dan la posibilidad de crear vistosas tarjetas con las imágenes. Las fotos impresas van a dar entonces a un cajón, de donde las sacarán los descendientes, muchos años después, sólo para preguntar: “Y éste que está aquí, ¿quién es?”


Un grupo más atrevido baja las imágenes a su computadora y las guarda ahí, sin saber exactamente dónde ni para qué.


Hasta aquí, no nos ha hecho falta Photoshop.


Pero cuando uno se torna más observador y más crítico, empieza a ver detalles en sus imágenes: Como que le falta algo de contraste… Si pudiera quitar a esta persona de ahí… Me gustaría cambiarle el color a esta foto… Ésta salió un poco oscura…


Es aquí donde Photoshop hace su aparición… en las mentes de las personas. Entonces entran a la Internet o van a su tienda de software favorita y adquieren la versión más reciente de esta herramienta. ¡Ja ja ja! Más bien, van al tianguis y compran una versión pirata, porque, en México, Photoshop cuesta un dineral, muy por encima del precio de lista en los EE.UU. y está totalmente fuera de alcance para el mexicano promedio (allá, la versión estándar de Photoshop CS4 cuesta US$699.95; aquí cuesta MX$14,000.00). Y así quieren que no haya piratería… pero esa es otra historia. Lo bueno es que a algunos nos es posible adquirir las versiones académicas allá a mucho mejor precio, lo cual, por cierto, resulta muy conveniente. Si tienen la manera de hacerlo, como algún pariente que estudie allá, pueden evitarse problemas y contar con el apoyo técnico y actualizaciones de Adobe.


Fuera del precio, que seguramente desanimará a muchos, al abrir Photoshop por primera vez el usuario novato se queda de a seis. Empieza a curiosear en los menús sin entender realmente para qué sirve cada cosa, no sólo porque el menú esté en inglés, pues la versión en español es menos comprensible que la original en inglés, sino porque cuesta trabajo saber para qué sirve algo que no se conoce. (¿Alguna vez ha tratado de sacarle provecho a un teodolito?) El usuario pronto se da por vencido y cierra el programa pensando que seguramente más adelante, cuando haya tomado más fotos con su cámara digital, entenderá cómo funciona.


La realidad es que para usar la cámara digital no hace falta Photoshop, pues hay otras opciones, aptas para otros tipos de usuario, y para usar Photoshop es preferible tomar algunos cursos que nos enseñen no sólo cómo funciona, sino para qué puede servir. Entonces sí se vuelve una maravilla.

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