Importancia de la educación en línea
La tecnología actual nos regala un sinfín de oportunidades, particularmente en los campos de la educación y la capacitación. Sin embargo, pocas son las personas que buscan aprovecharlas o que sabe cómo hacerlo. Al menos en México.
Mi primer contacto con la educación a distancia, en línea, fue allá, a principio de los años 90, cuando trabajé para el Tecnológico de Monterrey. En ese tiempo, recién se estrenaba las primeras “aulas virtuales”, que consistían en un proyector digital carísimo y una conexión de datos que permitía la transmisión de audio y video en tiempo real. El tema me fascinó desde el principio. Imaginen que el maestro podía dictar cátedra en Monterrey y ser visto y escuchado por alumnos en los 25 campus restantes del Sistema Tec en el resto del país.
En ese tiempo, las conexiones a la Internet no eran muy buenas ni muy rápidas, pero el concepto de aula virtual ofrecía algo que de otro modo resultaba prácticamente imposible: asistir a una clase con un profesor que se encontraba a cientos de kilómetros de distancia y tener la posibilidad de retroalimentación inmediata.
Hoy, la tecnología ha avanzado tanto que ya no es necesario contar con equipo tan caro como el que tenía el Tec en aquel tiempo. Prácticamente todas las computadoras, tabletas y teléfonos cuentan con cámara, micrófono y salida de audio y la conexión a Internet es más rápida, mucho más rápida, que la que había entonces (14.4 kilobits por segundo, a través de una conexión “dial-up”, en contraste con los 5 gigabits por segundo que hoy ofrece el plan más barato de telefonía). Pero de esto no estamos hablando.
El asunto es que a pesar de que tanto los equipos como la tecnología han avanzado y que hoy por hoy existe una considerable oferta de cursos en línea, la mayoría de la gente no lo aprovecha. ¿Por qué será?
Me atrevo a pensar que la primera causa sea la desconfianza. Por una parte, no sabemos quién está detrás de esas ofertas de cursos y bien podría tratarse de una estafa. Debo decir que estoy de acuerdo con esta postura, al menos en parte, pues hay mucho charlatán en la red y los cursos no son exactamente lo que se ofrece.
Para empezar, hagamos una distinción importante: no es lo mismo un curso en línea, en tiempo real, que un video pregrabado (que bien podría no estar actualizado) al que te brindan acceso a cambio de una cuota de participación.
El curso en línea, en tiempo real, es una video-conferencia con el instructor, en la que no sólo recibes información y ejemplos de lo que se está viendo, sino que puedes hacer preguntas y recibir respuestas sobre la marcha, igual que sucedería en una clase presencial.
En cambio, los “cursos en línea” a base de videos pregrabados no te dan más opción que acceso a la información. ¿Y si te surge alguna pregunta mientras ves un video? En el mejor de los casos, puedes enviarla al emisor del video a través de un mensaje o de correo electrónico, pero, si recibes respuesta, nunca sabrás si es, efectivamente, un instructor quien responda.
En los cursos a través de video-conferencia es posible compartir pantalla, de modo que tú puedes ver lo que el instructor está proyectando en su pantalla o tú puedes mostrarle a él lo que estás haciendo para que te diga si lo estás haciendo bien. Esto no sucede en los cursos hechos a base de videos pregrabados; en ellos, nadie está viendo lo que tu haces, nadie te corrige.
Líneas arriba dije que la desconfianza podría ser la primera causa por la que la gente no aprovecha los cursos en línea. Quizá una segunda causa sea el desconocimiento.
Conectarse a una video-conferencia no es difícil, pero la mayoría de la gente no lo sabe. Para muchos, sin importar la edad, el mundo de las computadoras es todavía oscuro y misterioso. Pensar en un procedimiento que incluya cosas que jamás han hecho los aterra. En este caso, contratar un verdadero curso en línea también se distingue porque la persona o institución que lo ofrece siempre brindará toda la asistencia necesaria para llevarlo a cabo sin problemas. Habemos quienes, incluso, ofrecemos una sesión de muestra para que aprendas a conectarte y participar en la video-conferencia.
Para finalizar, quizá otro aspecto que también esté limitando el aprovechamiento de los cursos en línea sea el del diseño y calidad de los contenidos así como la experiencia de los instructores (de alguna manera también relacionado con el factor de desconfianza). Lamentablemente, todo mundo anda detrás de unos pesos extra y si hay posibilidad de obtenerlos a través de la producción de videos, no faltará quien lo haga, aunque no tenga conocimientos sólidos ni de los temas que pretende tratar ni del diseño de programas académicos para cursos en línea. Saber un poco más que los demás no lo hace a uno buen maestro. De esto no hay duda.
Creo que bien vale la pena experimentar, salir un poco de nuestra zona de confort y dar una oportunidad a la tecnología. No pasará mucho tiempo antes de que todo cambie (de hecho, está cambiando constantemente) y debemos estar preparados. Y como no todo lo que se ofrece está bien cimentado, basta con investigar un poco antes de tomar una decisión sobre qué proveedores son congruentes entre lo que ofrecen y lo que brindan. Seguramente entre tus amistades hay quien ya haya disfrutado esta experiencia y tenga información para compartir.
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